jueves, 26 de mayo de 2011

23 de marzo de 2010.

La primera persecutoria, la segunda amenazante. Todo en un sueño, en dos, en miles. Toda la noche, toda la siesta, los sueños están, no los olvido, y si los olvido es porque quiero. Los sueños se me antojan, se me abarrotan, se me brotan, se me regurgitan. Adónde estaba durmiendo? con quién? no importa.
Esa mañana, tarde, o noche avanzada, recordé mi sueño. Aterrada, muerta de miedo, pidiendo que desaparezca, no se me pudo escapar, lo recordé, lo seguí recordando. Estaba por pintar en vivo en la universidad del pueblo de donde soy, aunque arquitectónicamente no se parecía en nada. Un ambiente circular, con dos filas de sillas con gente sentada, esperando para ver - me. Se da comienzo a las pinturas en vivo, junto a un gordito gracioso al cual no conozco. Más que pintar eran tizas en pizarrones que los cruzaban cinta de papel en toda su superficie. Recuerdo lo difícil que fué para mi controlar el trazo.
De pronto me encuentro corriendo por el campus universitario, por las afueras, estaba oscuro. Corríamos con A. que se le caían las monedas, él iba adelante mío, yo iba juntando algunas y me las guardaba. Atrás mío iba F, la chica de Lo Oscuro y Otras Partes. Tengo la leve sensación que nos persiguen. Ya no corro ludicamente, sino con un poco de miedo. Entrando en el campus de la universidad llegamos a un lugar lleno de militares, que eran comandados por una mujer muy bella, rubia ojos claros. Pienso qué hará esta mujer acá, que se le habrá pasado por la cabeza para hacerse milico.
Luego estoy en un colectivo de dos pisos, el cual lo manejaba L. Atrás, en lo oscuro, estabamos A., yo y E. sentados los tres en una hilera. L. frena el colectivo y abre la puerta a un chico morocho de ojos oscuros. Bastante flaco con una remera celeste, se veía bastante amenazador. L. no lo nota así, traficante, y se pone a hablar con él confiadamente, casi jocoso. El mira para atrás, no se bien cuáles son sus intenciones. El A. me agarra la mano y comienza a clavarme sus uñas tratando de llamarme la atención sobre este tipo. su mirada me intimidaba y me provocaba muchísimo miedo.
A. le dice en voz alta que el colectivo estaba lleno, que se bajara. Tal cual este morocho se bajó. Me doy vuelta para mirar por la ventanilla, mientras el colectivo sigue. Le clavo la mirada en los ojos. Me asusto. Me bajo del colectivo, lo busco con mi mirada, el ya se había subido a un edificio. Miro para arriba, él me estaba tirando un andamio.