domingo, 25 de septiembre de 2011

19 de Abril de 2009.


Madrugada.

La astilla en la garganta.
Estaba comiendo pollo. Cuando estaba masticando, ya habiendo comido gran parte de ello, siento y descubro, antes realmente de sentirlo, es decir lo pienso primero y después lo siento, que se me había clavado –explícitamente clavado-  un hueso de pollo en la garganta. La sensación general del sueño es saber  e intuir las cosas antes de sentirlas, pensar los caminos y las soluciones, un acto reflexivo previo a la acción. Un hueso astillado en la garganta, lo sentía, aún así decidí no escupirlo, decidí, conscientemente, tragarlo sabiendo que se iba a atorar en algún lugar de mi garganta. Sabiendo estos riesgos, habiéndolo tragado, parece una decisión mía que se me haya incrustado en mi garganta antes que pase por mi esófago derecho hacia mi estómago. Sabía que iba a doler, aun así lo decidí, así debía ser. Con el hueso de pollo astillado clavado en mi garganta, sé que tengo dos opciones a partir de este punto. La primera opción era hacer un movimiento determinado de mi garganta, tragando, y de esa manera el hueso se separaba y me lo tragaba. La otra opción que me quedaba era toser, y así, el hueso, salía para afuera. Esta última opción era la más dolorosa porque debía arrancarlo de mi garganta. Elijo toser. Tosí, tosí muchas veces consiguiendo que una gran cantidad de sangre salga de mi boca junto con el hueso. Vomitaba y tosía sangre. El dolor no era lo más importante.
La gente a mi alrededor llaman a un medico. Lo veo venir, se acerca con la mascarilla de gas y me anestesia. Me duermo.
Noelia.-

lunes, 12 de septiembre de 2011

20 de Mayo de 2009.




Balcones derrumbados.
Ando en un colectivo común, de línea que parecía recorrer la Avenida Alcorta que cruza la ciudad de Buenos Aires. Allí me encuentro charlando con un tipo de traje que iba a dar clases a una escuela en construcción. Me aclara que la escuela está media destruida. La charla merecía un sentimiento de preocupación, tanto mío como de mi interlocutor.
En el recorrido pasamos con el colectivo por el frente de la escuela. Desde allí pude verla. El primer piso eran las aulas con las paredes abiertas se veía por dentro. La planta baja eran solo columnas, que sostenían los otros pisos, columnas, nada más, sin paredes. Las aulas del primer piso solo tenían tres paredes, les faltaba la pared que daba sobre la avenida, lo que facilitaba ver adentro de las aulas y poderlas percibir como un  cajón abierto. En este lateral que daba al aire libre sobresalía un balcón frágil donde se ubicaban los pupitres de los profesores.
Mi preocupación aumentaba porque podía ver en el suelo de la planta baja el resto de balcones que ya se habían derrumbado.
Noelia.-